BLANCO CÍRCULO EN EL ÁRBOL CONDENADO
Ahí estás con un follaje en creciente sorprendido de estupendo verdor, once años han pasado de aquel día de la libertad, saliendo de esa maceta estreñida en raíces, libre de crecer a tu antojo, bajo mi mirada cotidiana admirando, bendiciendo... guarda tu tronco mis manos en roce y saludo mañanero, entre la albura y la corteza hay una capa de células vivas vibrantes en silencio, silencio que duele en el paisaje condenado a perderte. Subiste, trepaste hasta mi ventana, ramas follaje tupido, frescura y protección. Sé que ya lo sabes, esta mañana he visto a unos hombres tomando medidas, iban y venían ensimismados, no quise preguntar, temí el final, sé que les hacen unas marcas, blanco círculo de árbol condenado, orden para que el verdugo termine tus días, surcos de nostalgias y el más ancho se evidencia entre sus ramas, hay muchos hogares, las ramas llenas de nidos, pájaros, alondras tempraneras y búhos nocturnos, gorriones desprolijos, horneros con sus fortalezas arquitectónicas para la pichonada, que será de ellos el día después, donde su resguardo ahora que comienzan las lluvias, donde guarecerse... El progreso tiene estas cosas, arrasa con todo lo que no entre en sus medidas, la pérdida en honor a una curva de ensanche en esa esquina rota para siempre, huella de dolor indeleble, nuestras almas vienen unidas por vínculos imperceptibles, ellos no comprenden esto, las obras son de cemento, no poseen savia ni sangre, como tú mi amado ficus. No estaré para verte caer, el más fuerte el más aferrado a la tierra el que más sombra ha dado, árbol compañero en el monte de versos, sé que estás allí, y lo seguirás estando, moviendo tus brazos cuando te agita el viento, expresando vida para todos los que amamos la naturaleza, no hay valor para este sentimiento, hay memoria grabadas en tu tronco que se irán convertidas en leña.
Nota de la autora.- Por casa pasa ahora en este mes el pavimento definitivo del cordón vial y al ficus que está más sobre la esquina le han puesto el símbolo de la muerte, un círculo blanco con aerosol, supuestamente por que está sobre la curva de ensanche de la esquina.
Beatriz Graciela Moyano
Mayo 2015
Rosario- Santa Fe
Argentina
Es triste el derribe de algunos árboles. Me has recordado un árbol que sembró mi niña María. Estando en primaria le pusieron la tarea de sembrar una semilla en una maceta y cuidarla hasta que germinara. Ella sembró su semillita, sin saber a qué planta correspondía. Bien, germinó la semilla y se trajo la maceta a casa. Aquella planta empezó a crecer…ya se notaba que la maceta le quedaba pequeña. Un buen día un amigo que nos visitaba, me señaló que era un jagüey —es un árbol que crece mucho y le llaman el árbol que camina; porque sus ramas echan raíces aéreas que al tocar la tierra se convierten en otro tronco—. Entonces, empezamos a buscar en dónde trasplantarlo, y decidí que lo llevara al patio del templo de mi religión. Allá la llevé un domingo en la mañana y le ayudé a trasplantarlo...hoy es un árbol enorme a las orillas de un riachuelo, que limita el terreno del templo. Ella está orgullosa, porque todos saben que ese árbol lo sembró ella —le dicen el árbol de María, o de la hija de Pichy, los nuevos iniciados que no la conocen—. Éste si corrió buena suerte, porque estará allí hasta que el tiempo o la naturaleza, le marque su fin.
ResponderEliminarBeso
Hola Pichy!! creí haber respondido este mensaje tuyo....Hermoso lo que me cuentas, con un feliz final, hermoso, "hasta que el tiempo o la naturaleza le marquen su fin" Gracias amigo querido por dar conocer esta historia. Besos
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