BLOG DE BEATRIZ GRACIELA MOYANO "Bienvenidos a mi nuevo desván"

UN BLOG DE BEATRIZ GRACIELA MOYANO
"BIENVENIDOS A MI NUEVO DESVÁN"
A todo aquel visitante de éste mi nuevo desván les
doy la bienvenida, un nuevo refugio a la nostalgia,
siempre en la búsqueda de oscuridades lumínicas
que me habitan y se escabullen de mi propio Yo.
Lugar donde pretendo volcar fragancias y colores en el cántaro de sentipiensos.

viernes, 7 de abril de 2017

DOS FANTASMAS AMBULANTES



DOS FANTASMAS AMBULANTES

Los escalones estaban tan fríos como las almas, solo los querubines visualizaban la presencia de los imperceptibles. Resonaba el coro desafinado de los nocturnos místicos en contemplación que saludaban al verlos blancos deambular. Sin pensamientos, sin ningún acierto saltaban a lugares nunca recorridos en sus vidas de solitarios desguarnecidos. Idealizaron circunstancias de singulares características muchas veces, ahora...no saben qué hacer con esa alucinación, son dos fantasmas ambulantes sin anhelos. 

Cada quién ocupó un lugar sobre el octogonal azul desplegado, solo se miraban, ella sumida en un repaso de situaciones vividas, ¿cuántas veces calló su voz queriendo gritar algunas injusticias? También pensó en el divagar de su vieja madre que de tanto en tanto, elaboraba edenes de hipocresía, en las manipulaciones de la tía que sufría al pensar para quién quedaría todo lo atesorado y cosas así, la cuestión es que ambas la enterraron... cero herencia ¡qué ironía! Él, quién sabe dónde volaba, aunque fijas las pupilas de vidrio reflejadas, cada uno estaba en sitios distintos. Para los seres invisibles eran dos tórtolos gorriones ensimismados. 

Luego volaron hacia esos bares de los ensueños, todos estaban cerrados, igualmente entraron atravesando ventanas, puertas y espejos, son almas sin quehaceres y sobrada demencia. ¡Faltaba algo primordial! el aroma a café recién molido y el vapor en el aire, hicieron un alto para la sonrisa y fabricaron la sonoridad de las copas que tintineaban de a ratos, pero la mente femenina y rebelde permanecía aferrada a algunos recuerdos terrenales, generaba tormentas que la encerraban dentro del cofre de intensidades fallidas, la vida pasó en forma vertiginosa sin permitirle recordar momentos felices de la niñez, no alcanzó a desbloquear esa etapa. 

A una hora determinada las puertas del bar se abrieron velozmente y aparecieron los frecuentes a degustar como de costumbre los platos de la casa, en mesurada cordialidad al alcance de sus ojos. Podían ver y escuchar solo ellos y algunos serafines sensibles al tacto y la emoción, notaban un brillo diamantino en sus ojos y la sonrisa leve al entrelazar uno a uno los dedos despoblados de ornamentos

El ceremonial tuvo su fin como castillo en el aire, aquellas ilusiones de caracoles y libélulas se desvanecieron de forma inexorable. Se miraron fija y largamente antes de desaparecer. Hasta la próxima cita parecían decir... sin decir nada.



Beatriz Graciela Moyano