POCO ESCRIBO
Poco escribo, cuando permito, cuando otorgo un incompresible permiso a que mojen mis hojas. Cuando el óxido frío y el viento confluyen en el punto justo de las grietas y no atino a frotar las manos para un alivio. Dejo de escribir, o poco escribo como en parálisis de vocablos, huérfana criterio válido, clamor ahogado, nudo sin consonancia con la propia esencia. Cúmulo rebelde que yace frío, negado, en medio del timo, se cobija y aloja con fatiga. Pregón en aullido al desacuerdo con lo fraudulento, grito demencial que me debo.
Beatriz Graciela Moyano
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