En escena las caras, acciones, letra y música, todo parece una gran obra de excepción, contrastes y figuras, reglas y ornamentos discretos, sin fanfarria, recato y saber en exposiciones concretas, con sobrios destaques de utilería para unos pocos privilegiados sobre el escenario, el director observa, da señales, pero detrás del telón se vislumbran marañas ocultas con maquillajes de quietud, que sin embargo, vibran agitadas, son las gestiones especulativas por conseguir un cetro, un reinado efímero y breve.
Miro, pienso con un dejo de tristeza, lo que me ilusionó por instantes... ¿No será mejor darse por entero en la obra, con amor al prójimo y sin expectativa de resultado? Así se consigue honor...si al final todos los actores de la obra recibirán los merecidos aplausos, que estallarán por añadidura de sus brillantes actuaciones.
Es sabio reconocer la existencia del intangible bumerán, que vuelve siempre al punto de partida cuando falla en el blanco, y regresa con la energía que se lo envía multiplicada, pues en su recorrido se une a otras de su mismo tipo y por ley de causa y efecto se potencia.
Un día cualquiera se preguntarán: ¿para que sirvió especular?
Cada espectador es un mundo en sí mismo... un misterio complejo con un largo pasado y un futuro eterno.
Beatriz Graciela Moyano
Noviembre 2013
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